Recientemente he leído las declaraciones de Jorge Schaulsohn -director de la campaña parlamentaria del PPD y destacado abogado y político que protagonizó el hecho más inverosímil de la política nacional en mucho tiempo al proclamarse Alcalde electo de Santiago en las últimas municipales y no serlo finalmente- respecto de la polémica suscitada por el carácter de empresario (y millonario) del candidato de RN Sebastián Piñera. Creo que es el personaje más importante de la Concertación que ha puesto un poco de cordura en este asunto al manifestar que no ve impedimento ni conflicto de interés que un empresario millonario postule a la Presidencia, poniendo de manifiesto por otra parte que estos ataques concertacionistas -a los que se ha unido miserablemente la UDI- no son más que ataques personales por el alza sostenida que ha tenido el candidato RN.
Ciertamente que Schaulsohn -que fue también diputado- es un hombre exitoso, empresario igualmente que Piñera, sin alcanzar su fortuna por supuesto. Pero al menos no cae en una crítica fácil y sin mayor sentido y, lo que es más importante, sin caer en nuestro famoso y enquistado doble estándar, del que son maestros los políticos chilenos. Mal podría criticar Schaulsohn a Piñera por condiciones que comparte con él.
Como conversaba recién en el almuerzo, los políticos creen -y algo de razón deben de tener- que el electorado es tonto y por lo mismo justifican la ausencia de ideas en el debate político, quedándose sólo con la cosa banal y burda para criticar y sin poner en la mesa temas de fondo. A esto ha contribuido mucho la forma de hacer política del candidato UDI, al decir que a él le interesan los problemas de la gente y que ésta vota por personas, dejando de lado el aspecto ideológico fundamental en que se deben de basar todas las candidaturas.
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