Hay cosas que no se entienden. ¿Qué necesidad tiene el Presidente Lagos de meterse en el ojo del huracán (ahora que vuelven a estar de moda con el fatídico Katrina y el Rita que ya alcanzó el grado máximo) mandando una carta al El Mercurio recriminando su línea editorial?
Por supuesto, éste es un acto personal, no pasado por el cedazo del equipo asesor (político y comunicacional) pues no se entendería de otra manera. La carta en referencia tiene duras imputaciones y veladas amenazas. Se lee en su segundo párrafo lo siguiente:
"Lamentablemente, cuando se escriba la historia, el suyo quedará como el resumidero de todos los infundios con que se quiso atacar al Presidente de Chile. Lo lamento profundamente. Habría esperado algo distinto dado el conocimiento que usted y yo nos tenemos recíprocamente". (Vea la carta completa aquí)
Pero qué significa esto: qué nos ocultan las clases poderosas (políticas y empresariales) al resto de los chilenos, comunes y corrientes. Significa acaso que el dueño de ese periódico, por pertenecer a esas clases dominantes, debe callar todo lo que pasa entre ellas. O que los trapos sucios se lavan en casa y no es necesario ventilarlos por la prensa opositora.
Ha causado polémica esta famosa carta, y sin duda ésta aumentará. Se han referido los políticos a ella; también los periodistas que ven una amenaza al derecho a informar. Muy interesantes son los comentarios de la periodista Faride Zerán que leí en el blog de Patricio Navia, así como el propio de este analista político (que aparece en la edición de hoy de El Mercurio), que con algo de ironía y con mucha razón, explica las 10 razones más importantes, desde su punto de vista, del por qué de esta carta de Lagos, que seguirá siendo para mí inexplicable.
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