viernes, 18 de enero de 2008

Ha muerto Bobby Fischer!

Y quién es Robert "Bobby" Fischer, se preguntarán muchos. Quizás el mejor ajedrecista de todos los tiempos, y si no, está entre los tres o cuatro mejores, junto a Capablanca, Kasparov y Alekhine.

Para todos quienes amamos el ajedrez, la pérdida de este verdadero genio es impactante. El ajedrez le debe mucho a Fischer, y no sólo en los aspectos meramente técnicos -era un jugador realmente genial, infatigable buscador de la victoria, jugador de ataque, táctico sin igual- sino también en que lo situó en un lugar que nunca tuvo cuando se enfrentó a Boris Spassky por el título mundial en el año 1972, en la ciudad Islandesa de Reykjavik, en el llamado Match del Siglo, y lo venció por un categórico 12,5 a 8,5, proclamándose campeón del mundo. Y fue una verdadera guerra, en plena "guerra fría" entre occidente y la URSS y un tremendo golpe para el orgullo soviético, que les había permitido mantener el título mundial de ajedrez en sus manos por muchísimos años.

Recuerdo cuando empecé a estudiar ajedrez, allá por los últimos años de la década del '70, Fischer ya se había retirado del ajedrez activo al negarse a defender su título mundial con el aspirante Anatoly Karpov, y yo estudiaba las partidas de ambos y me costaba decidirme quien me gustaba más. Si el estilo más bien frío y pragmático de Karpov -un magnífico jugador- o el estilo más impulsivo de Fischer, más alegre y arriesgado. Me incliné más por el soviético, ya que Fischer comenzaba a ser leyenda y Karpov estaba en la cumbre defendiendo su título primero contra Korchnoi (un par de veces, en encuentros memorables) y luego contra la aparición del nuevo genio del ajedrez, Gary Kasparov.

Fischer será recordado como un genio del ajedrez -su vida fuera de este ámbito dejó mucho que desear- y sus partidas se seguirán reproduciendo por siempre. Este será su mejor homenaje.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En realidad no "a muerto".
El pobre HA MUERTO (desgraciadamente).

Gonzalo Araya dijo...

Jajaja. ¡Qué error! Gracias, pues se me había pasado olímpicamente