martes, 19 de agosto de 2008

Beijing 2008

No he podido sustraerme de las Olimpiadas. Me tienen completamente fascinado y agotado (no tanto como Phelps y sus catorce apariciones en el Cubo), pues trato de ver lo máximo posible y sigo los resultados online para no perderme nada de este acontecimiento deportivo, el más grande del mundo.

Desde el año 2004, en Atenas, cuando terminaron los juegos, que esperaba estos juegos organizados por los chinos, con mucha ilusión y con la esperanza que éstos desbancaran del primer lugar del medallero al todopoderoso equipo estadounidense, lo que están haciendo hasta ahora con gran mérito. Muchos podrán alegar de las escasas libertades del pueblo chino, de sus métodos y controles tan estrictos, de la censura, pero aun así la competencia la están ganando limpiamente los atletas chinos, lo que me llena de alegria, sólo por romper la hegemonía de EE.UU.

Y han sido unos juegos maravillosos hasta ahora. Una inauguración magnífica, espléndida, única e inigualable (a pesar de lo que se ha sabido sobre pequeños fraudes); una infraestructura realmente impresionante, con el Nido de Pájaros y el Cubo como máximos recintos y, lo que es más importante, con grandes actuaciones de los mejores atletas del mundo, incluido nuestro Fernando González, que obtuvo una notable medalla de Plata, cayendo ante el nuevo Dios del Tenis, Rafael Nadal.

Michael Phelps como figura máxima, increible con sus 8 medallas de oro en natación, el jamaiquino Usain Bolt con la notable y maravillosa carrera de 100 metros, con record mundial incluido (9,69 seg), la estupenda Yelena Isinbayeva, quebrando su propio record con 5,05 metros en salto con garrocha, son solo algunos de los inmortales que han hecho de estos juegos Olímpicos los mejores que he visto. Increibles, espectaculares, emocionantes, inolvidables.