
Aunque parece nimio, estas planillas las busqué toda la vida. Eran el único testigo de esa época tan linda en que el ajedrez llenaba parte importante de mi vida y me daba grandes satisfacciones. Quizás esto sólo lo comprendan quienes hayan jugado ajedrez en forma competitiva, y por esto la importancia de guardar como recuerdo las planillas en que se anota la partida, se consigna el resultado de la misma y se firma en señal de aceptación de éste, como puede verse en la imagen que acompaña estas palabras.
Pero resulta que las tenía mi padre, gran ajedrecista que representó muchas veces a Chile en encuentros internacionales, quien me las entregó hace unos días al encontrarlas casualmente.
Así, volvieron a mis manos esas añoradas -y perdidas según creía- planillas que reabrieron estos hermosos recuerdos. Dicho torneo se jugó a fines de abril del año 1992, en Caiobá, pequeño balneario turístico brasileño, cercano a Curitiba. Por nuestro país participaron, además de Entel, los equipos de CTC y MOP, reforzados por grandes ajedrecistas. Participaron además equipos argentinos, brasileños y peruanos, con el beneficio de contar con un jugador profesional en sus filas.
Nuestro equipo lideró todo el torneo. Lo conformaban grandes jugadores, como Rodrigo Vázquez (actual Gran Maestro), Marcelo Duarte, Manuel Abarca, todos campeones chilenos de la especialidad y los otros de menos pergaminos entre los que recuerdo a Leonardo Avila, Pablo Toloza y Francisco de La Puente.
Mi actuación, jugando en los tableros quinto y sexto, fue destacada: cuatro triunfos y un empate, en la ronda final y por acuerdo de los capitanes, ya que con eso asegurábamos el primer lugar.
Muy buenos recuerdos de esos tiempos: el hotel bastante bueno (no tanto como el Hotel O'Higgins de Viña del Mar, sede del campeonato anterior y donde igualamos el primer lugar con el equipo de la CTC), el mar exquisito, la comida ídem, en fin, todo estupendo.
Y todos estos recuerdos se gatillaron por unas simples planillas de ajedrez, que para mí son un verdadero tesoro.